La Canícula, o dog days, como se le
dice en inglés viene de la palabra canino (según
Wikipedia). La estrella Sirius (llamada estrella del perro), en su proximidad
al sol se creía que era la responsable del calor. Aunque haya cierto grado de
subjetividad, al menos yo siento que no hay nada más insoportable que el calor
(a excepción de la tortura). Los días de calor los relaciono con los momentos
más difíciles en la vida.
Algunos
dicen que cuando te caes tienes que aprender a levantarte, o que la clave del
éxito no está en no caerse, sino en aprender a levantarse. A veces pasa que en
vez de caerte, te tumban. Me sentí como si hubiera subido la torre más alta, y
cansado de tanto subir, voy a abrir la puerta en el piso más alto y me doy
cuenta que la perilla desaparece. En eso me doy cuenta también que estoy en un
pasillo oscuro y no veo más que a un metro a la redonda; no sé si hay más puertas o si hay que tan lejos estén. Probablemente tenga que subir
más escalones o dejar que pase el tiempo mientras me pongo a explorar.
Siento como
si estuviera yo caminando y escuchando la “Sonata de la Luna” de Beethoven en
este pasillo oscuro, como si fuera una casa de espantos. La diferencia es que
sigo consciente de que no existen fantasmas ni monstruos, pero una buena
sorpresa puede llegar en cualquier momento. Siento que Alguien me está viendo,
pero no alguien con malas intenciones. Puede ser una experiencia comparable a
cuando los hermanos Pevensie pasaron los momentos más duros en Narnia, solo que
se que es improbable ver a Quien me ve hasta antes del final de mi vida. Sigo
caminando siempre en espera de encontrar la puerta que me deje ver la luz y
explorar el mundo. A lo lejos PARECE que termina el pasillo y que se divide en
dos: un camino a la izquierda y otro a la derecha. Llego al final y veo que en
la pared hay una cortina. Voy despacio acercándome y veo que atrás de la
cortina sigue el mismo pasillo, aunque no alcanzo a ver que sigue. La pregunta aquí
es: ¿Por donde me voy?
El haber
hecho todo lo que está de mi parte en llegar hasta donde
he llegado me deja una sensación de tranquilidad. Siento la obligación de
cumplir mis sueños a toda costa. ¿Qué sentido tiene vivir sin un plan
en la vida, un objetivo o una motivación para seguir? Es esta misma motivación la
que me hace querer seguir explorando la mansión oscura, porque la esperanza es
encontrar la luz. De nada sirven los talentos y las capacidades propias si a
nadie más le sirven, pero como dice Timbiriche: “Si no es ahora, será mañana”.
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