Se me ocurrió invitarle a mi hermana el costo del hotel, porque cuesta casi lo mismo con una o con dos personas y ella aceptó. La primera escala de unas siete horas fue en Londres. Quitándole una hora de ida, otra del regreso, y las dos horas antes del segundo vuelo a Budapest, tuvimos poco más de dos horas para ir a ver la Galería Nacional y la Plaza Trafalgar. A diferencia de cuando fui a este museo en junio del 2016, había cola de unos 20 minutos para entrar, y eso que se supone que estábamos en temporada baja ese 12 de octubre de 2024. No quiero ni imaginarme la fila ahora en verano.
“Oye, ¿y la tienda de M&M’s?” No hay tiempo, le dije, no llegamos a tiempo. Puede que a la otra.
Llegamos de madrugada a Budapest. Los baños termales, que fue lo primero que vimos, pueden verse desde una ventana sin tener que entrar:
Esto fue el resto de lo que vimos, enfocándonos en museos por el hecho de que estaba nublado, esperando tener mejores vistas de los edificios al día siguiente que se esperaba que estuviera despejado:
Esa noche terminamos cenando en el famoso Cafe Nueva York, que por su estilo interior rococó y por la musica del "Fantasma de la Ópera" debería llamarse Cafe París:
El segundo día no falló la planeación porque sí se vieron mejor los edificios y las calles por el sol y el aire limpio. Empezamos el segundo día con el edificio del parlamento:
Lamentablemente no había entradas a esa hora que llegamos. Afortunadamente pudimos conseguir boleto para esa misma tarde después de visitar el palacio de Gödöllő (creo que se pronuncia Godoló) y otros lugares en el centro de Budapest. Este es el Palacio de Gödöllő:
Este es el centro de Budapest:
El parlamento: Sólo en la sala de la corona estaban prohibidas las fotos, porque ahí dos guardias armados están cuidando a esta corona. Creo que podrían poner una réplica o simplemente no tenerla al público porque ese techo estilo gótico está tan bien decorado como si fuera barroco, pero sin dejar de ser gótico. Este es el resto del Edificio del Parlamento por dentro:
Fuimos una rápida a la Iglesia de Matías, a la que habíamos ya ido el día anterior a misa, pero esta vez para tomar fotos. Luego fuimos a la Catedral de San Esteban antes de cenar e ir a ver el Edificio del Parlamento de noche:
Al día siguiente, a Paulina no le gustaron los quesos que pedimos en el tren de desayuno:
Llegamos a Viena y esto fue lo que vimos:
Al siguiente día pudimos ver los Museos Hermes Villa antes de agarrar el vuelo a Bucarest, siendo el primero de estos una mansión estilo palacio chico y una iglesia posiblemente ortodoxa con arquitectura interior algo más modernista:
Bucarest fue lo que menos disfruté de todo el viaje, pero no me arrepiento de haber ido. No todos los museos nos encantaron, al menos no cuando hay que pagar entrada, pero esto fue lo mejor que vimos el primer día:
Al día siguiente vino lo mejor y más pesado de Rumania: ida a los Castillos de Peleş y el Castillo Bran, el de Drácula. Aunque me gustó el libro de Drácula, el visitar el castillo que más se ajusta a las descripciones de esta novela de Bram Stoker nunca estuvo en mis planes, pero era la única opción en un tour que también incluye el Castillo Peleş. Esto fue lo que vimos, incluyendo los mejores colores otoñales que hay naturalmente en Europa:
Hay un segundo y puede que un tercer piso del Castillo Peleş que no venía incluido en nuestro boleto del Tour. Puede que regrese porque quedaron algunos pendientes por ver en Bucarest y parece ser que hay un tren que te lleva a Sinaia, el pueblo donde está este castillo. Puede que aproveche ese viaje en un futuro para conocer Bulgaria o Albania. En cuanto al ficticio lugar de Drácula, si encuentran la manera de no visitarlo en un tour se los recomiendo.
Fue un día pesado porque fue un viaje de unas 14 horas. Terminamos cenando en Pizza Hut de regreso en Budapest:
Puedo decir que aquí casi no le ponen sal a la pizza, aunque su presentación es artística.
El último día en Bucarest terminó con la visita a algunos museos e iglesias, incluyendo el Museo Cotroceni. Este lugar es un palacio con iglesia y jardines. Lo curioso de este museo es que está prohibidísimo tomar fotos por fuera, pero por dentro sí dejan tomar fotos sin flash. Este es un resumen de lo mejor de este último día antes de regresar:
Siguen las broncas, pero también hay mucho qué agradecer. Espero algún día terminar con los dolores del codo.
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