La primer semana después de Spring Break, el lunes 16 de marzo empezó oficialmente mi cuarentena, con ciertas excepciones. Esta primer semana a los maestros nos pedían no mandar trabajos todavía pero sí pedían que estuviéramos al tanto de la información que venía de los equipos directivos de la escuela y el distrito. Al haber regresado de viaje la noche anterior fui al super por comida y a renovar mi licencia el segundo día. El cuarto día tuvimos chansa de ir a la escuela a aprender un poco más de Google Classrooms para mandar trabajos por internet. Estuve editando fotos de mi viaje anterior por los primeros diez días, pero con ganas de salir. Poco a poco estuve entendiendo la seriedad de este nuevo coronavirus. Empezando la segunda semana el distrito se encargó de asignar tareas en papel con la idea de que casi todos los alumnos empezaran a recibir y mandar trabajos por internet a partir de la tercer semana, salvo los que no tienen tecnología. Uno de esos días me piden estar en una junta virtual, pero una vez que terminas de hacer las cosas divertidas o entretenidas, ¿Qué haces?
El día 12 me dije a mi mismo que ¡ya basta! Salir a caminar solo en las noches cuidando mi distancia no es suficiente. Llevo casi siete años viviendo a unas tres horas del parque nacional Big Bend y jamás había ido. Pensando en viajar responsablemente en estos tiempos de crisis sanitaria decidí ir y venir el mismo día. Esto fue lo que vi el sábado 28 de marzo, el día 13 de la cuarentena:
El Emory Peak es el cerro más alto de la región y tiene algo de bosque en el lado norte, donde también está una meseta llamada Chisos Basin. Aquí hay un hotel dónde quedarse y puede que cuando pase esto invite gente o me deje invitar:
De ahí me fui al Cañón de Santa Elena, en la frontera con México:
Hacía un calorón a pesar de que en zonas
aledañas estaba a unos 24 grados centígrados, pero una vez que entré en la
sombra sentí un aire fresco como si fuera un clima prendido:
Estando en ese cañón me sentí muy chico en este mundo tan grande. Me recuerda la necesidad que tenemos y de cuánto dependemos de Nuestro Creador. Puede ser que nos hayamos acostumbrado a la buena vida, a la vida cómoda y que no recordemos lo que es la crisis. Nos somos invencibles como a lo mejor creíamos.
Llegué de noche y al día siguiente en la tarde fui a las dunas de Monahans, que están a media hora de Odessa:
No sé cuándo va a terminar esto, pero el no haber hecho este descanso me habría vuelto loco. Esto me recuerda que el mundo exterior todavía existe.