domingo, enero 15, 2017

Cuando el cerebro se va de vacaciones



El dar clases de ciencias en lugar de matemáticas ha sido un alivio, pero a su vez require más tiempo para planear y prepararse. Desde que me vine a vivir y trabajar a Odessa, Texas, ha sido una costumbre regresar a Monterrey cada Navidad, y sería imperdonable para mi mismo, mi familia y algunos amigos el no hacerlo. El desconectarse tanto tiempo alenta el cerebro en muchas maneras:


El no usar despertador casi a diario, el ver películas y documentales en familia, juegos de mesa, el salir a ver amigos que no ves en meses o a veces años, el tener a la mano todas las golosinas navideñas (y de todas las temporadas), el darse tiempo de cocinar algo rico con comida mexicana, y estas vistas, mis cerros, mi casa:






















Yo me vine pensando en que en tres semanas (dos semanas más una semana extra que pedí) iba a tener tiempo para aburrirme, y así iba a tener chansa de ponerme a preparar la unidad de la célula (de la que no me acordaba del todo, al no ser mi área de experiencia) y hacer los famosos lesson plans que nos piden en la escuela.



En lugar de eso, terminé en las posadas y reuniones, celebraciones navideñas y de Año Nuevo, haciendo vueltas para que pudieran prestarme un carro y poder usarlo, cocinando y lavando platos después de que la muchacha se fue de vacaciones (Paulina, que también estaba de vacaciones se encargaba de otras cosas mientras Luly trabajaba), idas a Chipinque y Cuatrociénegas, salidas con amigos, renovación del pasaporte, firma de papeles en la UR para la entrega de mi cédula de la maestría… No recuerdo haber tenido un minuto de aburrimiento salvo cuando estuve esperando a que me atendieran en algún trámite o en las visitas al doctor y la dentista.







Terminé leyendo la unidad del libro que me llevé en lo que esperaba el avión de regreso el sábado 7 de enero. El avión se retrasó y llegué tarde esa noche a mi depa. El domingo 8 me desperté después de medio día. Creo que dormí trece horas por haber madrugado la noche anterior. Después de la comida me doy cuenta de que dejé mis pantalones formales que uso para el trabajo en Monterrey y el mol lo cerraban a las 6:00, además faltaba ir a misa…





Terminé empezando a planear mis clases esa noche. Afortunadamente, al día siguiente tocaban pláticas de educación sexual que no doy yo, así que solamente necesitaba prepararme para cuatro días esa primer semana.




Al no darme el tiempo de preparar mis clases en vacaciones y dejar parte de mi ropa en Monterrey me hizo pensar que mi cerebro se fue de vacaciones. Sí, me tardé más tiempo de lo que normalmente me tardo en preparar las clases de la semana, pero a pesar de eso, no me arrepiento de haber aprovechado estos días extra. El plan es empezar y terminar este 2017 aquí donde el desierto y el bosque se juntan.