Vivir aquí es un estrés diferente al de vivir
en Odessa, Texas o en Monterrey México. Por ahora sigo en el proceso de adaptación. Se siente diferente
volver a visitar lugares que antes habías visitado de turista, pero ahora siendo el lugar en el que vives.
Esto es un bosque urbano. Aún sin los rascacielos ni el arte europeo (o de otras partes) que
hay por aquí, los árboles siempre mejoran
el paisaje, aunque sea sólo para tapar los
postes y los cables en algunas zonas. Si los edificios son feos, o el barrio no
es el mejor, estos ayudan a tapar lo feo o a “maquillarlo” a la vista. Cabe
aclarar que casi todos los edificios son bonitos.
En lo que me sigo preparando para poder pasear a quienes vengan
a visitar (conociendo y reconociendo Dallas), no me queda más que pensar que el haber
escogido esta zona metropolitana, done la mitad de mi alma quedó anclada desde el
verano del 2012 al negarse una visa de trabajo (mientras la otra mitad ha seguido y seguirá en Monterrey), que
esta ha sido la mejor decisión que he tomado hasta ahora. La mejor forma de agradecerlo es
sirviendo a la comunidad a la que enseño.
Por más que quisieran muchos,
es imposible predecir con certeza el futuro y los imprevistos que cambian los
planes como el coronavirus, pero tengo fe en que este proceso de adaptación me va a seguir
ayudando a evolucionar de una manera favorable que me permita seguir viviendo
aquí al menos hasta la
jubilación. A mis amigos y familiares
de confianza, son siempre bienvenidos. Dallas y sus alrededores te esperan.