El dar clases de
ciencias en lugar de matemáticas ha
sido un alivio, pero a su vez require más tiempo para planear y prepararse. Desde que me vine a
vivir y trabajar a Odessa, Texas, ha sido una costumbre regresar a Monterrey
cada Navidad, y sería
imperdonable para mi mismo, mi familia y algunos amigos el no hacerlo. El
desconectarse tanto tiempo alenta el cerebro en muchas maneras:
El no usar despertador
casi a diario, el ver películas y
documentales en familia, juegos de mesa, el salir a ver amigos que no ves en
meses o a veces años, el tener a la mano todas las golosinas navideñas (y de
todas las temporadas), el darse tiempo de cocinar algo rico con comida mexicana,
y estas vistas, mis cerros, mi casa:
Yo me vine pensando en
que en tres semanas (dos semanas más una semana extra que pedí) iba a tener tiempo para aburrirme, y así iba a tener chansa de ponerme a preparar la unidad de la célula (de la que no me acordaba del todo, al no ser mi área de experiencia) y hacer los famosos lesson plans que nos piden en la
escuela.
En lugar de eso, terminé en las posadas y reuniones, celebraciones navideñas y de
Año Nuevo, haciendo vueltas para que pudieran prestarme un carro y poder
usarlo, cocinando y lavando platos después de que la muchacha se fue de vacaciones (Paulina, que
también estaba de vacaciones se
encargaba de otras cosas mientras Luly trabajaba), idas a Chipinque y Cuatrociénegas, salidas con amigos, renovación del pasaporte, firma de papeles en la UR para la entrega
de mi cédula de
la maestría… No
recuerdo haber tenido un minuto de aburrimiento salvo cuando estuve esperando a
que me atendieran en algún trámite o en las visitas al doctor y la dentista.
Terminé leyendo la unidad del libro que me llevé en lo que esperaba el avión de regreso el sábado 7 de enero. El avión se retrasó y llegué tarde esa noche a mi depa. El domingo 8 me desperté después de
medio día. Creo
que dormí trece
horas por haber madrugado la noche anterior. Después de la comida me doy cuenta de que dejé mis pantalones formales que uso para el trabajo en
Monterrey y el mol lo cerraban a las 6:00, además faltaba ir a misa…
Terminé empezando a planear mis clases esa noche. Afortunadamente,
al día siguiente tocaban pláticas de educación sexual que no doy yo, así que solamente necesitaba prepararme para cuatro días esa primer semana.
Al no darme el tiempo
de preparar mis clases en vacaciones y dejar parte de mi ropa en Monterrey me
hizo pensar que mi cerebro se fue de vacaciones. Sí, me tardé más tiempo de lo que normalmente me tardo en preparar las
clases de la semana, pero a pesar de eso, no me arrepiento de haber aprovechado
estos días extra.
El plan es empezar y terminar este 2017 aquí donde el desierto y el bosque se juntan.
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