domingo, agosto 12, 2012

La Canícula


La Canícula, o dog days, como se le dice en inglés viene de la palabra canino (según Wikipedia). La estrella Sirius (llamada estrella del perro), en su proximidad al sol se creía que era la responsable del calor. Aunque haya cierto grado de subjetividad, al menos yo siento que no hay nada más insoportable que el calor (a excepción de la tortura). Los días de calor los relaciono con los momentos más difíciles en la vida.

Algunos dicen que cuando te caes tienes que aprender a levantarte, o que la clave del éxito no está en no caerse, sino en aprender a levantarse. A veces pasa que en vez de caerte, te tumban. Me sentí como si hubiera subido la torre más alta, y cansado de tanto subir, voy a abrir la puerta en el piso más alto y me doy cuenta que la perilla desaparece. En eso me doy cuenta también que estoy en un pasillo oscuro y no veo más que a un metro a la redonda; no sé si hay más puertas o si hay que tan lejos estén. Probablemente tenga que subir más escalones o dejar que pase el tiempo mientras me pongo a explorar.  

Siento como si estuviera yo caminando y escuchando la “Sonata de la Luna” de Beethoven en este pasillo oscuro, como si fuera una casa de espantos. La diferencia es que sigo consciente de que no existen fantasmas ni monstruos, pero una buena sorpresa puede llegar en cualquier momento. Siento que Alguien me está viendo, pero no alguien con malas intenciones. Puede ser una experiencia comparable a cuando los hermanos Pevensie pasaron los momentos más duros en Narnia, solo que se que es improbable ver a Quien me ve hasta antes del final de mi vida. Sigo caminando siempre en espera de encontrar la puerta que me deje ver la luz y explorar el mundo. A lo lejos PARECE que termina el pasillo y que se divide en dos: un camino a la izquierda y otro a la derecha. Llego al final y veo que en la pared hay una cortina. Voy despacio acercándome y veo que atrás de la cortina sigue el mismo pasillo, aunque no alcanzo a ver que sigue. La pregunta aquí es: ¿Por donde me voy?

El haber hecho todo lo que está de mi parte en llegar hasta donde he llegado me deja una sensación de tranquilidad. Siento la obligación de cumplir mis sueños a toda costa. ¿Qué sentido tiene vivir sin un plan en la vida, un objetivo o una motivación para seguir? Es esta misma motivación la que me hace querer seguir explorando la mansión oscura, porque la esperanza es encontrar la luz. De nada sirven los talentos y las capacidades propias si a nadie más le sirven, pero como dice Timbiriche: “Si no es ahora, será mañana”.


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